” Hagan esto en memoria mía” Lc 22,19

Sem. Luis José Ruiz Rodriguez (I FD) Diócesis de Tilarán- Liberia

Quisiera plasmar en unas líneas mi reflexión acerca de las palabras que Jesús dijo a los apóstoles antes de su pasión, en la Última Cena: Hagan esto en memoria mía. Cada vez que se celebra la misa, en la consagración, el sacerdote repite las mismas palabras que nuestro Señor dijo hace dos mil años. Resuenan con más fuerza en esta etapa de formación, ya que se trata de comprender mejor el significado de aquel mandato del Señor.  

A partir de las clases de liturgia básica recibidas en el seminario introductorio, me impresionó profundamente y me hizo pensar sobre mi querer ser discípulo del Señor y de  la comprensión del significado de la palabra memorial, que quisiera compartirles. La palabra original ha tenido traducciones. En la mentalidad oriental, la palabra aramea zikkaron hace referencia al recuerdo de un acontecimiento, pero no como un simple ejercicio de la memoria, sino que hace referencia a volver a vivir aquel mismo acontecimiento. El profesor muy enfáticamente recordaba que zikkaron es actualizar el acontecimiento o, sencillamente, traer al presente el mismo acontecimiento que tuvo lugar en el pasado. Mucho después se tradujo al griego con la palabra anámnesis y posterior al latín conmemoratio (in conmemorationem meam), hoy en nuestro español la traducimos como memorial.  

Todo este proceso de traducción, en que las palabras van cambiando, me hizo pensar que no se debe olvidar el significado de la palabra. La Eucaristía es hacer presente aquí y ahora el único sacrificio de Cristo, y la Iglesia desde entonces nunca ha dejado de reunirse para celebrar este gran misterio. 

Hoy Jesucristo quiere que sigamos sus pasos, quiere que seamos hoy discípulos suyos y nos invita a ir más allá de las palabras, nos invita a hacer concreto aquel mandato. Ningún cristiano puede negarse al mandato planteado por Cristo, pues muchos se pueden quedar en la puerta misma de este misterio de amor. También el nos dice hoy de hacer cuanto pueda por los demás, de la entrega de la propia vida, de dar un testimonio de unidad absoluta, de amor total y de generosidad sin límites.  

Si tuviera que reducir a tres los principales hallazgos de estas palabras, señalaría sin vacilar el de la unión entre Cristo y la Iglesia, el del servicio que es el símbolo del amor, y el de la institución del sacerdocio. De modo que en la misa diaria los ministros obedecen a aquellas palabras de Jesús, en virtud de la participación de su único sacerdocio de la nueva alianza.  

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