Se apaga una luz, para brillar desde la eternidad. (Mons. Sanabria Martínez)

Sem. Luis José Ruiz Rodriguez (IFD) Diócesis de Tilarán – Liberia

El pasado 8 de junio se conmemoraron los setenta y tres años del regreso a la casa del Padre de Monseñor Víctor Manuel Sanabria Martínez. murió en San José a los 53 años, después de 12 años de ejercer su ministerio episcopal en esta arquidiócesis.

Cuando visité la primera vez el Seminario Nacional, me llamó la atención que en la entrada hay un gran mural con su fotografía y el letrero: El Seminario es el gran milagro de los pobres. Monseñor Sanabria promovió la construcción del edificio del Seminario en Paso Ancho, que se inauguró hace 75 años. También fundó el Seminario Menor en San Cristóbal Norte de Desamparados.

Víctor Manuel Sanabria fue una figura religiosa y un actor social en la década de los 40, que influyó mucho en el giro que tuvo Costa Rica en el campo social. Fue un hombre visionario, con una sensibilidad social encomiable. Apoyó la redacción del Código de Trabajo y el capítulo de las Garantías Sociales, así como la creación de la Caja Costarricense del Seguro Social y la Universidad de Costa Rica. Monseñor Sanabria entregó su vida a Jesucristo especialmente en los más necesitados, fue una persona llena de virtudes y dones que supo poner al servicio de la Iglesia y de losmás pobres. Su brillante inteligencia lo llevó a escribir obras importantes para la Iglesia católica costarricense. Gracias a él también tenemos hoy información sobre la Virgen de

Los Ángeles, ya que fue un gran historiador e investigador. Los aportes de Sanabria permanecen y es necesario rescatarlos y estudiarlos. Toda su obra sigue vigente después de su muerte, desde lo social a lo religioso. Monseñor es más actual que nunca, sigue presente su pensamiento, sus ideales y sus realizaciones; prueba de ello es nuestro Seminario.

Hoy, como seminarista, puedo ver que esos grandes ideales que el encarnó, los grandes principios que el impulsó e inspiraron la creación de nuestro Seminario, permanecen como tarea y responsabilidad para continuar la acción de Dios. Creo que este gran hombre fue durante su vida fiel al Espíritu Santo que le animaba. Creyó verdaderamente en la formación sacerdotal a la altura de estos tiempos. Vio con esperanza y positivismo que es posible evangelizar al mundo de hoy.

Si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto (Jn 12,24). La semilla ya fue sembrada, la labor de monseñor Sanabria también hoy es provechosa. Como seminarista de la etapa Formando discípulos-misioneros de Cristo,pienso que mi tarea no es otra, sino la de dejar morir también todo aquello que obstaculiza mi formación para empezar a dar frutos. La vida de monseñor me invita a ser un discípulo auténtico, a rebosar esperanza, a llegar al convencimiento de que Dios nos llama a realizarnos integralmente, hasta la estatura del hombre perfecto y la madurez de la plenitud. Hay que revalorar el pensamiento de Monseñor Sanabria —no es sólo una memoria del pasado—, profundizar su labor cristiana, su entrega y su compromiso, para encontrar rasgos de un verdadero discípulo del Señor. Víctor Manuel Sanabria fue un discípulo llamado por el Señor, que fue luz del mundo, que fue asiduo a la vida espiritual, que tuvo una visión crítica y creyente de la realidad y que compartió su fe y donó su vida al pueblo de Dios.

1 Discurso del papa Juan Pablo II a los jóvenes, 03 de marzo 1983, San José de Costa Rica.

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